Enseñándoles sus derechos
Desde que en 1989 se firmase en la ONU la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), estos se encuentran recogidos en un tratado internacional, vinculante y de obligado cumplimiento para todos los países que la firmaron, y para los que se han unido en años posteriores, 196 en total.
El tratado consta de 54 artículos que recogen los derechos inalienables de los niños, así como las obligaciones y responsabilidades de los gobiernos, y de otros agentes como los padres o la sociedad en su conjunto, para garantizar su correcto cumplimiento, en pro de la protección de la infancia, basándose en:
- El derecho a la igualdad sin distinción de raza, religión, idioma, nacionalidad, sexo ni cualquier otro rasgo.
- El derecho a ser protegidos y a promover su desarrollo físico, mental y social.
- El derecho a tener un nombre y una nacionalidad desde su nacimiento.
- El derecho a una alimentación, una vivienda y una atención médica adecuadas.
- El derecho a educación gratuita y de calidad y a que los niños con alguna discapacidad reciban el tratamiento adecuado.
- El derecho a una familia que les quiera y una sociedad que les proteja.
- El derecho a jugar.
- El derecho a recibir ayuda si su integridad está en peligro por cualquier razón.
- El derecho a protección contra cualquier forma de abandono, abuso, crueldad y explotación laboral o sexual y a no participar en conflictos bélicos.
- El derecho a ser criados con un espíritu de comprensión, tolerancia, amistad entre los pueblos y hermandad universal.
A partir de Primaria, es importante que los niños conozcan cuáles son estos derechos, que los entiendan y los interioricen. Una buena idea es leerlos con ellos, comentarlos y aclarar todas las dudas que puedan surgirles, ya que es fundamental que sepan desde pequeños que nadie puede hacerles daño ni física ni psicológicamente. Y si alguien lo intenta, ya sea un menor o una persona adulta, saber que están en su pleno derecho a defenderse. ¿Cómo? Argumentando por ellos mismos porque nadie tiene permiso ni derecho a dañarles. Y si con sus palabras o su comportamiento no basta, pedir ayuda a un adulto para que evite que les lastimen.
Ellos, a su vez, también deben ser respetuosos y consecuentes en lo que les concierne a estos artículos. No deben discriminar a ningún compañero, deben tratar siempre a todas las personas por igual y, evidentemente, nunca deben hacer daño a nadie conscientemente. Es muy básico, consiste en tratar a los demás como nos gustaría que nos tratasen a nosotros.
También tenemos la responsabilidad de explicarles que son unos privilegiados porque en el lugar donde han nacido se respetan los derechos y artículos de la Convención y se defiende la figura del menor por encima de todas las cosas, y no en todos los países es igual. En algunas naciones, los niños de su edad no tienen garantizada siempre la sanidad, ni la educación o la igualdad de género, sólo por poner un ejemplo y, en lo que se pueda, deben intentar solidarizarse con los niños de esos países para que, en un futuro cercano, todos los chicos del mundo puedan disfrutar de los mismos derechos.