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Fomentando la autoestima

La autoestima es la evaluación y el modo en que una persona se valora a sí misma sobre su forma de ser, de pensar, de comportarse, sobre sus sentimientos…. siendo fundamental una adecuada autoestima para nuestro correcto desarrollo emocional.

Sobre la autoestima han reflexionado y meditado numerosos filósofos y psicólogos interesados en entender la mente humana. Platón, por ejemplo, en el siglo V a. C., ya se dedicó a estudiar el “thymós”, una palabra griega que significa “espíritu del espíritu” y que se utiliza para expresar el deseo humano de reconocimiento. Más de 2.500 años después, dicho concepto sigue más vigente que nunca. En una sociedad cada vez más poblada, competitiva y autoexigente, la autoestima sigue estando muy presente en nuestra vida contemporánea. Y es en la infancia cuando se siembra la semilla de esta frágil planta que conviene alimentar y cuidar siempre.


Si los pequeños tienen un listado interminable de retos por alcanzar, cuando llegan a Primaria estos se multiplican por dos y por tres. A partir de esta etapa, los retos de casa se unen a los que surgen del aprendizaje en la escuela, más aquellos que demandan relaciones sociales “más complejas” y una gestión de los sentimientos de mayor profundidad.

Para que su autoestima se mantenga fuerte y segura en esta época de su vida tan crucial, hay que estar siempre a su lado. Debemos ofrecerles nuestra ayuda, responderles cuando hagan preguntas, dándoles consejos cuando no actúen de forma correcta, y felicitándoles siempre que se lo merezcan. Podemos alabarles cuando hagan algo que se les da realmente bien y decirles que pueden mejorar otras cosas que no se les dan tanto. Y no sólo en lo académico, sino también en sus buenas acciones en casa. Cuando colaboran en las tareas del hogar, cuando se portan bien con los abuelos o son educados con los vecinos… Decirles que le queremos, demostrándoselo con un beso o con un abrazo, para que vean que valoramos lo que hacen.

Tu hijo se otorgará valor si se lo otorgan los demás, pero sobre todo tú, que eres su referente principal. Decir “te quiero” tiene un gran valor, pero hay que decirlo de verdad, no como el que dice “buenos días”. Y ese querer ha de ser incondicional, por ser él mismo, no por lo que logra, porque si no sentirá que si no cumple puede perder ese cariño. También puedes ayudarle valorando su individualidad. A veces les decimos “eres igual que yo” o “eres como tu padre” cuando hace algo bueno o malo, pero lo mejor es que se sienta él mismo y que es único y especial, una versión mejorada de nosotros.

Finalmente, tener una buena autoestima no puede significar ser poco humilde o sentirse más que los demás. Son “nuestros niños” pero deben convivir en igualdad en un mundo compuesto por muchas y muy diversas personas válidas y necesarias. Deben sentirse perfectamente capaces de salir adelante pero sin menoscabo de los demás. Si tienen una buena autoestima no necesitarán sentirse más que nadie porque ya se encuentran bien en su piel. Las personas con sana autoestima no necesitan compararse y suelen tener también respeto, empatía, solidaridad y amabilidad. Son cualidades que, además de contribuir a una sociedad mejor, les hacen ser queridos y valorados, retroalimentando su autoestima. Y tú tendrás la satisfacción de haber colaborado en que sean así.

De 0 a 3 y de 3 a 6 años
De 6 a 12 años
De 12 a 16 y de 16 a 18 años

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