Los niños tienen que ser niños
En la actualidad, cada vez hay más educadores, padres, psicólogos,… que abogan por que los niños puedan disponer de más tiempo libre para jugar por su cuenta, dibujar, leer,… En resumen, para poder hacer las cosas que más les entretengan, apetezcan y diviertan – controlando siempre los horarios- sin que sean actividades dirigidas. Jugar es además un derecho recogido en el artículo 31 la Convención de los Derechos del Niño de 1989, en el que se indica que el niño ha de poder tener tiempo para el esparcimiento, el ocio y las actividades recreativas propias de su edad.
Diferentes motivos -la gran oferta de opciones, más interés por las actividades extraescolares, la inserción de la mujer en el mundo laboral,…-han provocado que, en muchos casos tras el colegio o el instituto, los niños y adolescentes tengan una agenda bastante completa de clases extraescolares, incluso, a veces, los fines de semana.
Estamos seguros que, en la mayoría de los casos, las disfrutan al máximo, pero no debemos olvidar que, al igual que los adultos, ellos también necesitan sus “momentos” para jugar, aburrirse y ser niños sin normas ni reglas ni temarios que cumplir.
Si las jornadas de los más pequeños son extensas, comparadas con lo que eran hace unas décadas, las de los alumnos de Primaria pueden llegar a ser interminables. A partir de los 6 años, con el inicio de la formación obligatoria, se amplía la oferta de extraescolares y, además, los niños cada vez son más capaces de expresar sus gustos y preferencias.
A los padres nos parece una buena opción apuntarles a actividades para que mejoren su nivel de inglés, practiquen un deporte o desarrollen algún hobby o interés que los currículos oficiales de las escuelas no permiten, como tocar el violín, practicar ballet o hacer robótica o teatro.
Todas estas actividades son muy interesantes, pero… ¿Dejamos espacio para el juego improvisado? ¿Tiempo para jugar porque sí? ¿Para ser niños? Aunque podamos llegar a pensar que ya son mayores, los chicos de Primaria también necesitan tiempo libre para dejar volar su imaginación, abstraerse y dejar fluir su creatividad. Además, son actividades lúdicas que suelen llevar a cabo con sus hermanos o amigos, por lo que además de pasar un buen rato compartiendo momentos de ocio, también aprenden a socializar, a resolver conflictos, a guardar turno,…
Y no hay que olvidar los ratos al aire libre: jugar en el parque con los amigos sigue siendo una buenísima opción. Organizar un partido de fútbol o de baloncesto en alguna zona verde con porterías o canastas, salir de excursión con un grupo de padres y compañeros de la escuela, dar un paseo volviendo a casa en bicicleta o patinete… Son momentos que los niños disfrutan al máximo haciendo ejercicio y jugando fuera de casa, sin necesidad de tener una agenda organizada. No hay que sentirse mal por eliminar extraescolares para poder hacer otras actividades de juego, porque son tan educativas e importantes como las demás. Lo mejor sería intentar que en cada curso se combinen tardes de ocio libre y de ocio organizado si queremos que la salud y el crecimiento de nuestros niños sea el adecuado.