Niños altamente sensibles
¿A tu hijo o a tu hija le incomoda siempre o casi siempre la etiqueta del jersey? ¿Se apena con las contrariedades con un sentimiento que te llega al alma? ¿Te da la sensación, o te dicen constantemente, que es muy sensible? Puede, entonces, que sí lo sea. De hecho todos lo somos en parte. Todos reaccionamos a los estímulos y a las emociones pero alrededor de un 15% de la población los siente de una forma más intensa. Por encima de la media. Son las denominadas Personas Altamente Sensibles (PAS) y es muy probable que si tú hijo o hija es así alguno de vosotros -padre o madre- también lo seáis o lo hayáis sido en vuestra infancia ya que esta forma de ser suele heredarse.
Lo ideal en estos casos es que el pequeño, pequeña o joven pueda complementarse con personas menos sensibles que le aporten la tranquilidad que necesita, quitando hierro a las cosas que le afectan. En cualquier caso, ser una Persona Altamente Sensible no es para nada algo malo. Cada uno tenemos nuestra forma de ser y debemos de respetarnos con nuestras peculiaridades, aceptando e integrando las diferencias ya que estas enriquecen nuestra vida y a la sociedad en general.
Como comentábamos en el anterior rango de edad esta configuración neurobiológica o tipo de carácter no es más que eso y, bajo ningún concepto, puede considerarse un tipo de alteración. Las Personas Altamente Sensibles suelen caracterizarse por contar con un sistema de recepción de los estímulos a “todo volumen”. Algo así como un “sistema operativo” diferente que podemos intuir o apreciar desde que son bebés.
Aun así ¿Cuándo se es “demasiado” sensible? ¿Cómo medimos qué es mucho o poco y si eso está bien o está mal? No hay dos personas iguales. Cada uno tenemos nuestra forma de ser, así como el derecho a ser como somos, siempre que seamos respetuosos con los demás y con el mundo que nos rodea.
Nunca deberíamos juzgar a nadie por ser sensible. Por sentir de una forma más intensa que el resto: esa bufanda que pica, una palabra más alta que otra -igual no tanto-, un olor fuerte, un espacio ruidoso… Son niños y niñas que necesitan un poquito más de espacio como si en ocasiones el mundo fuese “demasiado” para ellos.
Para calmarse, para estar en paz, necesitan su tiempo a solas. Abstraerse en su mundo donde, seguramente, estén asimilando todo lo que han visto y sentido. Procesándolo.
Quizás de entrada a tus amigos, vecinos… puedan parecerles niños poco sociables o sosos porque normalmente se apartan, se esconden o no devuelven un saludo. En cambio, cuando cogen confianza y se sienten seguros, se muestran charlatanes y muy divertidos. Son niños y niñas que necesitan más tiempo para intimar pero que cuando se vinculan lo hace de manera muy sólida.
Si tu hijo o hija es altamente sensible es recomendable que fomentéis el contacto con la naturaleza paseando tranquilos por entornos relajados. Escuchando los pájaros, oliendo las flores… También puedes ponerle música suave de fondo mientras se baña o se duerme, o mientras lee o dibuja. Y, ante todo, paciencia, voz calmada y mucha suavidad y tacto al decir las palabras porque tratas con “material” muy sensible.
Como también indicábamos en la edad de 0 a 3 años, relajación, yoga infantil o familiar o natación para liberarse de las tensiones pueden resultarle muy beneficioso. Atiende cada una de sus demandas de contacto físico, mucho mayores que las del resto de niños y niñas. Proporciónale entornos tranquilos y relajados. Evita los juguetes con sonidos fuertes, luces estridentes o demasiado movidos. Opta por tejidos orgánicos e introduce poco a poco los cambios de forma gradual para que pueda ir adaptándose a ellos sintiendo que estas a su lado y que encuentra su lugar en el mundo.