Top

Operación verano. Haciendo frente al desorden

Las vacaciones de verano son un momento ideal para cerrar etapas. Para reflexionar con calma y para poner en orden aquellos aspectos que consideremos necesarios.

Esta situación también puede extrapolarse a los pequeños, y a los que ya no lo son tanto y, en particular, a un entorno tan cercano como es su habitación. Porque un espacio ordenado aporta tranquilidad, así como bienestar tanto a nivel físico como mental.

Por este motivo, inspirándonos en la famosa Marie Kondo, vamos a analizar cómo podemos mantener en orden nuestro hogar, y la habitación de los más pequeños de la casa, o los adolescentes, para hacer más cómodo nuestro día a día y, en consecuencia, nuestra vida.


El concepto básico del orden, según las nuevas metodologías, se basa en que lo idóneo no consiste en cambiar las cosas de sitio para hacer hueco a todo, sino en ser capaz de desprenderse de aquello que ya no nos aporta, así como de cerrar etapas. Siendo frecuente que no nos falte espacio, sino que nos sobren cosas.

Aprovechad el cambio de armario de verano para deshaceros de lo que ya no necesitéis. Es importante que tengas en cuenta que, aunque a todos nos cuesta tirar, puede que para los niños traiga consigo un componente sentimental añadido, un sentimiento de pérdida que no sepan cómo describir pero que ahí está. La clave consiste en ir cerrando etapas con ellos, reconocer lo mayores que se están haciendo y lo mucho que han crecido y entender -y que puedan reconocer- que hay cosas que ya no necesitarán.

Eso sí, tirar no significa hacerlo de manera indiscriminada. Mantened aquello que os resulte útil, lo que sigan utilizando y lo que les haga sentirse felices. Y si algo se rompe o se estropea de tanto usarlo, enséñales a decir adiós “con alegría” y sin dramas, dando las gracias por lo bien que les hizo sentir, ya que si aprenden ahora a hacer hueco a lo nuevo, a lo que está que venir, les estarás transmitiendo una lección vital y muy liberadora.

Es importante que entiendan que no pueden aferrarse a objetos, ropa, muñecos simplemente porque les dé pena deshacerse de ellos. Aunque es verdad que para los niños más mayores hacerlo a veces signifique, en cierto modo y de manera simbólica, desprenderse de la infancia. Pero eso no tiene por qué ser malo. Lo que no podemos es disfrazar de emotividad aquello que puede que solo sea cierta pereza por hacer ese esfuerzo ya que, si estamos convencidos de que queremos hacer un hueco a lo nuevo, deberemos decirle adiós a lo viejo.

De 0 a 3 y de 3 a 6 años
De 6 a 12 años
De 12 a 16 y de 16 a 18 años

Valora esta publicación

Promedio 5 / 5. 3