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¿Por qué a mi hijo se le dan mal las matemáticas?

Las matemáticas, desde siempre, han sido uno de los grandes “ogros” de la enseñanza. Sin embargo desde hace un tiempo están cobrando auge novedosos métodos que, afortunadamente, y poco a poco, van consiguiendo que el mito vaya diluyéndose.

Aun así sigue habiendo niños, niñas y también adultos con absoluta fobia a los números ¿A qué se debe? ¿Por qué se da ese bloqueo ante las matemáticas en algunas personas? Y, lo más importante… ¿Cómo puede superarse?


Al adolescente al que de pequeño se le daban mal las matemáticas seguramente lo va a tener algo más complicado en esta etapa porque aún le quedan unos cuantos años de asignatura obligatoria en la ESO en donde, además, el nivel y la complejidad se va a ir acrecentando cada vez más. Por eso cuanto antes asuma que hay que abordarlas desde ya mejor. Lo más frecuente es, porque no le gustaban o porque no se  le daban bien y no dedicaba a ellas, que arrastre dificultades previas y una base que no esté asentada correctamente. Si algo no quedó bien afianzado en cursos anteriores y perdió el ritmo o se sintió inseguro para preguntar o pedir ayuda y creyó que no pasaría nada si lo dejaba sin solventar, nada más lejos de la realidad: el problema sigue sobre la mesa. Y si no es nada de eso, quizás es que persista o se haya creado la famosa ansiedad ante las matemáticas, que hemos descrito en la etapa de 6 a 12 años:

Niños y niñas que no es que no tenga la capacidad suficiente frente a las matemáticas, ni que no se esfuercen, sino que sufren de un bloqueo ante las mismas. Ante el planteamiento de un problema o delante de una operación y en los que incluso en muchos casos, aun entendiendo las matemáticas -el concepto o la práctica- la ansiedad persiste. Les estresa esa dificultad a pesar de ser perfectamente capaces de superarla. Ante esto es muy útil insistir en la felicitación, en la seguridad y en intentar que estas sean vistas como algo interesante y útil en nuestra vida. Reforzar esa imagen de que pueden y de que NO PASA NADA si no lo consiguen al primer intento, que es normal no entender a la primera (ni a la segunda, ni a la tercera…) ya que esto puede ayudarles, y mucho.

Apóyale y recompensa sus éxitos, recordándole todas veces que lo ha hecho bien y si se siente triste muestra sorpresa de que alguien con tanto valor se venga abajo por algo tan pequeño y que seguro, seguro, seguro, va a superar. A veces es tan fácil como olvidarse voluntariamente de que algo es difícil, saltar a la palestra y, sencillamente, hacerlo casi sin pararse a pensarlo.

Préstale toda la ayuda extra que necesite teniendo en cuenta, si eres tú quien lo hace, tanto con las matemáticas como en sus deberes o su estudio, que esto no puede convertirse en una tortura para ambas partes. Eso significa que, si no estás capacitado o tu situación particular no te lo permite, más vale que te “retires” y busques ayuda externa. Porque si este momento de ayudar se convierte en una continua discusión y se vive como una contienda, lo único que vamos a conseguir es empeorar el problema en vez de solucionarlo.

Nuestro consejo es que, si es que lo estás intentando, te armes de paciencia, utilices un tono de voz tranquilo, y que no le hagas sentir como “no es posible que no lo entiendas” o “algo tan fácil…” y tampoco te enroques en “a mí me lo enseñaron así”. Conviene que os lo toméis como un aprendizaje conjunto, como si tú lo estuvieras refrescando y te enfrentaras como él o ella al problema, como un reto conjunto en el que los dos salís victoriosos. Tomaos vuestro tiempo, descansad si se carga el ambiente, repetidlo todo de diferentes maneras, usad herramientas como el dibujo, los objetos, ejemplos de la vida corriente… para quitarles el aura de complejidad inalcanzable. Estamos seguros que así todo mejorará.

En caso de buscar ayuda a través de una academia algunos conocidos métodos de ejercitación de las matemáticas lo que hacen es comenzar de nuevo, desde lo más fácil e ir subiendo en dificultad, a base de repetición y horas de práctica. Esto, además de mejorar la percepción de las matemáticas como algo accesible, potencia la disciplina en el estudio y la autoestima, puesto que todo se llega a conseguir y se ve como una escalera que poco a poco se puede ir subiendo, solo con ir asimilando cada peldaño, cada nivel de dificultad de manera gradual y sin traumas.

Como adultos responsables, y si sucede, tenemos que ser positivos a la hora de ver un suspenso en matemáticas como la detección de una dificultad y proponer soluciones, conjuntamente con sus profesores. Ya que si nos limitamos a enfadarnos porque tienen malas notas esto no va a mejorar las cosas ni a ser un refuerzo positivo para ellos quienes, seguramente, ya se sentirán suficientemente mal. Por eso, ante todo, paciencia y apoyar es la mejor estrategia.

De 0 a 3 años
De 3 a 6 años
De 6 a 12 años
De 12 a 16 años

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