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¿Por qué a mi hijo se le dan mal las matemáticas?

Las matemáticas, desde siempre, han sido uno de los grandes “ogros” de la enseñanza. Sin embargo desde hace un tiempo están cobrando auge novedosos métodos que, afortunadamente, y poco a poco, van consiguiendo que el mito vaya diluyéndose.

Aun así sigue habiendo niños, niñas y también adultos con absoluta fobia a los números ¿A qué se debe? ¿Por qué se da ese bloqueo ante las matemáticas en algunas personas? Y, lo más importante… ¿Cómo puede superarse?


Si la dificultad en matemáticas realmente existe -ya que como comentábamos en el anterior rango de edad hay niños que tan solo necesitan más tiempo y práctica para aprenderlas o de una ayuda extra para lograrlo- y así nos lo hacen saber así sus profesores o el equipo psicopedagógico del colegio, quizás estemos hablando de discalculia. Hermana numérica de la dislexia, pero mucho menos conocida, en la que entra en juego una alteración del sentido numérico que afecta a la comprensión y aprendizaje para los números y las operaciones basadas en ellos y que se cree que afecta a entre un 5-7% de la población escolar ¿Qué podemos hacer ante esto? La práctica, y mantener la calma, es fundamental. Como adultos, podemos ayudarles practicando con ellos ejercicios de series matemáticas. O de ordenar grupos de números de menor a mayor o viceversa o completar aquellos que falten en una secuencia. También podemos jugar a encontrar números (en matrículas de coches, precios de tiendas, líneas de autobuses…) apoyarnos en elementos visuales como ábacos o dibujos. En definitiva, llevar a cabo actividades enfocadas en fortalecer su sentido numérico.

Pero ¿Y si no es discalculia? -realmente poco frecuente- ¿Qué podría ser? También existe aquello que conocemos como la denominada ansiedad matemática. Algo que  afecta severamente a otro 5-7% más de escolares. Niños y niñas que no es que no tenga la capacidad suficiente frente a las matemáticas, ni que no se esfuercen, sino que sufren de un bloqueo ante las mismas. Ante el planteamiento de un problema o delante de una operación y en los que incluso en muchos casos, aun entendiendo las matemáticas -el concepto o la práctica- la ansiedad persiste. Les estresa esa dificultad a pesar de ser perfectamente capaces de resolver las operaciones o problemas matemáticos. Ante esto es muy útil insistir en la felicitación, en la seguridad y en intentar que estas sean vistas como algo interesante y útil en nuestra vida. Reforzar esa imagen de que pueden y de que NO PASA NADA si no lo consiguen al primer intento, que es normal no entender a la primera (ni a la segunda, ni a la tercera…) ya que esto puede ayudarles, y mucho.

Apóyale y recompensa sus éxitos, recordándole todas veces que lo ha hecho bien y si se siente triste muestra sorpresa de que alguien con tanto valor se venga abajo por algo tan pequeño y que seguro, seguro, seguro, va a superar. A veces es tan fácil como olvidarse voluntariamente de que algo es difícil, saltar a la palestra y, sencillamente, hacerlo casi sin pararse a pensarlo.

Préstale toda la ayuda extra que necesite teniendo en cuenta, si eres tú quien lo hace, tanto con las matemáticas como en sus deberes o su estudio, que esto no puede convertirse en una tortura para ambas partes. Eso significa que, si no estás capacitado o tu situación particular no te lo permite, más vale que te “retires” y busques ayuda externa. Porque si este momento de ayudar se convierte en una continua discusión y se vive como una contienda, lo único que vamos a conseguir es empeorar el problema en vez de solucionarlo. Nuestro consejo es que, si es que lo estás intentando, te armes de paciencia, utilices un tono de voz tranquilo, y que no le hagas sentir como “no es posible que no lo entiendas” o “algo tan fácil…” y tampoco te enroques en “a mí me lo enseñaron así”. Conviene que os lo toméis como un aprendizaje conjunto, como si tú lo estuvieras refrescando y te enfrentaras como él o ella al problema, como un reto o un juego conjunto en el que los dos salís victoriosos. Tomaos vuestro tiempo, descansad si se carga el ambiente, repetidlo todo de diferentes maneras, usad herramientas como el dibujo, los objetos, ejemplos de la vida corriente… para quitarles el aura de complejidad inalcanzable. Estamos seguros que así todo mejorará.

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