Top

Problemas de lenguaje

El lenguaje es una de las habilidades cognitivas que más suele preocupar en el desarrollo evolutivo de los niños y niñas ya que de él depende su capacidad para poder entender, hablar, comunicarse…

Este nos permite relacionarnos, aprender, evolucionar… de ahí la importancia de un correcto y adecuado desarrollo evolutivo de las competencias lingüísticas en las diferentes etapas de la infancia y la adolescencia.


Desde que nacen, los niños y niñas absorben todo cuanto sucede a su alrededor como si fuesen esponjas y, como seres sociales, desde muy temprano comienzan a relacionarse y a interactuar con su entorno, poniendo a prueba todo el sistema relacionado con la comunicación: el oído para la escucha, el cerebro para la comprensión y para poder descifrar los mensajes y el aparato fonador -cavidades glóticas: laringe, cuerdas vocales y resonadores (nasal, bucal y faríngeo)- para poder articular sonidos.

Si bien es cierto que cada niño tiene su propio ritmo, y que no hay dos personas iguales, existen una serie de indicadores que no debemos pasar por alto, coincidiendo logopedas y neuropediatras que, en caso de existir anomalías, la detección precoz es vital.

Unas ideas básicas de lo que deberían hacer los niños y niñas en esta etapa sería: hasta los 6 meses, emitir ruiditos, risitas, llantos, gorjeos y grititos así como dar muestras de que escuchan correctamente, reaccionando, por ejemplo, cuando les hablamos o, si oyen un sonido, girándose hacia él. A partir de los seis meses comenzarán con los balbuceos, señalarán o harán gestos, entenderán el “no” y tratarán de reproducir sonidos, sobre todo sílabas repetidas, aunque no tengan sentido. Si no lloran, sonríen o balbucean lo más adecuado sería acudir a un profesional ya que es preferible una consulta a tiempo aunque, al final, no haya nada por lo que preocuparse.

A partir del año los niños “despegan” con el lenguaje hablado y dicen sus primeras palabras con sentido o responden a preguntas muy sencillas. Comprenden más de lo que dicen porque su vocabulario es aún muy básico y, al año y medio, comenzarán a soltarse llegando a los dos años con unas 50 palabras, siendo capaces de pedir algunos alimentos e imitar el ruido de algunos objetos (el brrummm de los coches, o el guau guau de los perros…). Con los dos años el crecimiento del lenguaje es exponencial, aunque si bien es cierto que depende muchísimo de cada niño y de su facilidad para aprender, sí que entienden conceptos como grande y pequeño, el plural, el masculino y el femenino, bonito o feo, pronombres como yo-tú-él o ella… por lo que si usan muy poquitas palabras o parecen no entendernos y no señalan, lo mejor será preguntar al pediatra.

Es muy frecuente la consulta de niños que tardan en hablar y los factores que lo pueden provocar muy son variados, desde un sencillo retraso en la adquisición del lenguaje, a un problema auditivo, una discapacidad intelectual o un trastorno del espectro autista. También pueden tardar más los gemelos o los hijos de padres privados de la capacidad de oír y hablar.

Es importante conocer que, en esta etapa, podemos estimular la adquisición del lenguaje con ejercicios muy sencillos: hablándoles mucho desde los primeros días de vida, en un tono cariñoso, mostrándoles nuestra alegría cuando sonrían, cuando digan palabras o emitan sonidos para que, de este modo, lo relacionen con algo positivo y lo quieran volver a repetir. Aunque sean pequeñines podemos describirles todo lo que hacemos, lo que vemos en casa o cuando vamos de paseo, nombrándoles las cosas, explicándoselas… También podemos jugar con ellos a dar besitos, soplar, fruncir los labios haciendo muecas, porque es una gimnasia del aparato fonador que les vendrá fenomenal. Cantarles, contarles cuentos sencillos, darles órdenes simples como “toma”, “dame”, “ven”, “mira”, “sí”, “no”, “levántate”,… acompañándolas con gestos para que nos imiten y puedan comprender su significado. Y, sobre todo, no forzándoles si están distraídos o cansados porque puede que relacionen el hablar con algo pesado y que les hace enfadar. Si no intentan decir palabras ni frases cortitas para lo que quieren o no comprenden instrucciones sencillas, deberíamos consultar.

De 0 a 3 años
De 3 a 6 años
De 6 a 12 años
De 12 a 16 y de 16 a 18 años

Valora esta publicación

Promedio 5 / 5. 3