Un verano para hacerse mayores
El verano es un momento vital en la vida de los niños. La rutina escolar desaparece y tienen la oportunidad de conocer nuevos amigos, de aprender un montón de cosas nuevas jugando, de mucha actividad física y de asumir nuevos retos que harán que puedan llegar al inicio del curso escolar habiendo dado un paso de gigante físico y de madurez. Son tan solo tres meses, al igual que cualquier otro trimestre escolar pero, en cierto modo, es como si el sol y el aire libre obraran milagros y, de pronto, se hiciesen mucho más mayores.
En la adolescencia, sentirse libre es un gran descubrimiento y el verano puede ser un buen momento para dejarles experimentar con espacios de libertad acordes a su edad y, sobre todo, a su nivel de madurez y responsabilidad.
Apuntarles a actividades con otros adolescentes puede resultar una buena idea para la mayoría. Y si son demasiado tímidos pregúntate si merece la pena protegerles o dejarles “sufrir” durante un corto periodo de tiempo, alabándoles cuando consigan integrarse. Además, conocer gente nueva que no sean sus compañeros de clase es una gran oportunidad para todos -tímidos y extrovertidos también- de poder practicar sus habilidades relacionales. Alguno muy beneficioso para ellos ahora y en el futuro.
La adolescencia es el momento en el que explota el crecimiento, el desarrollo corporal en niños y niñas y, por regla general, cuando comienzan a compararse con los demás. Aunque seguramente se fijarán en aquellos a los que consideran “mejores” o más afines al ideal impuesto por las modas, vale la pena señalarles que gran variedad de rasgos, formas y medidas componen el gran abanico humano, que lo importante sigue estando en el interior y todos y cada uno de nosotros somos personas únicas y especiales tal y como somos.
Aprovechad el verano para viajar juntos ya que, como comentábamos en el rango de edad de 6 a 12 años, podréis llevaros un concentrado de experiencias y vuestro álbum de recuerdos -real o imaginario-. Y si no podéis salir, intentad hacer cosas especiales, descubriendo vuestra ciudad, el entorno natural más cercano, los juegos de mesa olvidados en un cajón o las posibilidades que ofrecen las noches de verano para los adolescentes.
Esa relajación del ritmo de la vida debe ser aprovechada al máximo, exprimida y compartida con quienes más queremos siendo conscientes de que aunque el verano es libertad, sí que podemos mantener algunas rutinas: tener un horario más o menos de referencia, tiempo para descansar, para disfrutar pero también para repasar hacer los deberes o mantenerse ocupados sin hacernos a nosotros responsable de su entretenimiento 24/7.