Un verano para hacerse mayores
El verano es un momento vital en la vida de los niños. La rutina escolar desaparece y tienen la oportunidad de conocer nuevos amigos, de aprender un montón de cosas nuevas jugando, de mucha actividad física y de asumir nuevos retos que harán que puedan llegar al inicio del curso escolar habiendo dado un paso de gigante físico y de madurez. Son tan solo tres meses, al igual que cualquier otro trimestre escolar pero, en cierto modo, es como si el sol y el aire libre obraran milagros y, de pronto, se hiciesen mucho más mayores.
Como comentábamos en el rango de edad de 3 a 6 años, el verano está para vivirlo y hacer cosas especiales en familia puede resultar maravilloso. Si tenéis pueblo una experiencia genial es, además de disfrutar de éste, que puedan compartir vuestro pasado, o el de sus abuelos, su historia, sus raíces…
Viajar juntos es también otra de las posibilidades que ofrece la época estival ya que podréis llevaros un concentrado de experiencias y vuestro álbum de recuerdos -real o imaginario-.
Y si no podéis salir, intentad hacer cosas especiales, descubriendo vuestra ciudad, el entorno natural más cercano, los juegos de mesa olvidados en un cajón, las posibilidades que ofrecen las noches de verano para los niños. Esa relajación del ritmo de la vida debe ser aprovechada al máximo, exprimida y compartida con quienes más queremos.
Y, ahora que tienen tiempo, es buen momento para observar cómo se comportan: ¿Duermen más? ¿Están inquietos? ¿Se les pasan todos los dolores de barriga o de cabeza que te pueden indicar algún grado de ansiedad? ¿Necesitan actividad y relacionarse con otros o están bien pasando tiempo consigo mismos? Esta ruptura con la rutina escolar les mostrará en su vertiente más relajada y familiar, tal como son o en lo que se están convirtiendo, y os dará tiempo para hablar con ellos de forma más distendida y relajada.
Es importante también, como indicamos en el anterior tramo de edad, que mostréis atención a sus necesidades específicas como pueden ser los golpes de calor, que compartan su tiempo con otros niños y niñas, que puedan mantenerse correctamente hidratados, que lleven la ropa adecuada para las temperaturas que el verano trae consigo…
Animadles también a incorporar más vegetales y frutas de temporada en su dieta que, en esta época, son los más variados y coloridos del año, y a probar platos típicos de la estación o del lugar en el que os encontréis pasando las vacaciones. Se dice que, hasta los doce años, el panorama organoléptico de las personas está abierto y que luego resulta más complicado incorporar nuevos sabores, olores y texturas.
El verano es tiempo además para educar en la responsabilidad y autonomía. Y para propiciarlo puedes encomendarles pequeños encargos en entornos seguros, como puede ser compartir algunas tareas de la casa, el hotel o el apartamento en el que estéis veraneando, de modo que puedan aprender a valorar el trabajo que hacemos los adultos. También pueden ayudar colaborando a hacer sus maletas, responsabilizándose de sus pertenencias, haciendo su cama o ayudando con el desayuno, con las bolsas para ir a la playa o, sencillamente, manteniendo una actitud positiva. Ya son mayores para entender que todos contribuimos y somos responsables del bienestar familiar y, por tanto, no deberían tolerarse enfados o actitudes infantiles que perjudiquen el buen ambiente.
Finalmente, hay que ser conscientes de que, aunque el verano es libertad, sí que podemos mantener algunas rutinas: tener un horario más o menos de referencia, tiempo para descansar, para disfrutar pero también para repasar un ratito, leer o dibujar, hacer los deberes o mantenerse ocupados sin hacernos a nosotros responsable de su entretenimiento 24/7. Además, éste puede ser un buen momento para alejarse de las pantallas pues hay muchas cosas más interesantes que hacer a cambio. Éstas pueden ser útiles para entretener durante un largo viaje en coche, sí, pero… ¿Van a perderse el paisaje? La mente que vaga está más abierta que nunca a la creatividad. Y en verano también debe haber tiempo para aburrirse creativamente.